Tarde de verano

 

En una cálida tarde de verano,
que ni el mejor de los helados
podía refrescar...
tus ojos se cruzaron con los mios
para nunca dejarse de mirar.

Desde aquel día de tibia brisa,
el tiempo que nada perdona
transcurrió presuroso y escaso
en cada día que me ofreces tu sonrisa.

Con tu respirar, hinchaste mis velas
para llevarme a navegar
sobre las olas de agitados y nuevos mares
que ni en sueños podré olvidar.

Compartimos alegrías y tristezas,
sonreimos y lloramos nuestros días
y seguimos caminando de la mano
desde aquella cálida tarde de verano.

 


20-08-2011